no se desde que paisaje miro cuando sos mi viaje,
un navío donde pensar un crepúsculo en la frente;
duermo un bosque profundo y despierto entre abedules
de los cuales penden jeroglíficos amigables,
me invitan a bailar, y me olvido de la danza
y toda mi conciencia se descubre en un párpado
acuático, entreabierto.
subo las escaleras de mi propia columna vertebral,
y siento el cansancio de ser un libro,
apretado entre mis sentidos yuxtapuestos,
y en un suspiro, abro la boca y se escapa
una legión de praderas que comí cuando era niño.
en la melena de túneles con paredes escritas
me extravié
reconozco un monumento con rostro de espiral
que canta.
Francisco Garrido, 19/6
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