estación donde arribar para que el aire se torne libélula
y me aguarde un cristal un tanto embebido en lluvias desahuciadas
y un jardín, del cual solo sus palabras y sus manos son los puentes
este paisaje profundo se encierra y se diluye
y un abeto se incendia en mi corazón
sin decir palabra.
Francisco Garrido, 1 de junio de 2009
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