al dormir
me convierto en una escalera
y logro ascenderme hasta la celda florida que en mi mente se multiplica
días y noches como innumerables muros esparcidos
a lo largo de un perfume nebuloso y celeste
y tu nombre escribe los jardines.
tantos siglos grabados en pensamientos petrificados,
y lienzos que cantan lo grisáceo de los trenes
tantos horizontes senoidales en arterias solares
nacen en un ser niveo y oscilante, que habla entre los esteros del ahora
y sueña una fosforescencia salvaje y ceremoniosa.
una niña con cabellos de catedral
se descalza ante un río que sale de si misma
y me llega como un eco tibio y vertiginoso
te sigo llamando río, para que me reconozcas, y espero
y te llamo con toda la esfera de esta música habitable
y todos nuestros gestos son de un orden cósmico
no imagines galaxias desmesuradas que hacen muecas de gloria
mirá tus manos
y reconocé las montañas y las palabras primigenias.
sigo guardando un espejo inasible
que resguarda los signos entre nosotros
y el polvo que lo cubre, dibuja sonatas entre suspiros.
quiero verte sonreir todas las constelaciones
y ser tu cercanía
quiero cerrar los ojos y ser un incensario en tu ermita mas niña
y que tu voz anide.
Francisco Garrido
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1 comentario:
alucinante, sin duda alguna!
saludos de un abducido.
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